Al morir el viejo maestro con el que Omar peregrinaba hacia la Meca, a consecuencia del cansancio, antes de expirar, le dijo que cuando se desprendiera su alma del cuerpo, se le aparecería un espectro al cual debería obedecer en todo lo que le mandara. Así sucedió la noche siguiente, y el espectro, delante de los ojos asustados de Omar, hizo brotar una fuente de la cual debería llenar su cuenco y seguir su camino pendiente de pararse donde el agua empezara a agitarse, porque allí pasarían cosas prodigiosas.
Fue al llegar a la ciudad de Moka cuando Omar observó que el agua se agitaba, al mismo tiempo que veía cómo los ciudadanos de Moka padecían una enfermedad mortal extraña. Hombre de naturaleza piadosa, adquirió fama de santo porque curaba milagrosamente los enfermos a quienes oraba sobre sus cabezas. Precedido por esta fama fue llamado a palacio para curar a la hija del rey. Omar curó a la princesa, pero se enamoró de ella con tanta pasión que se propuso raptarla y llevarla consigo. El rey se enteró de la intenciones del enamorado y lo desterró al desierto, en el que, para desdicha suya, sólo había una cueva donde pasar la noche y unas pocas hierbas de mal sabor con qué satisfacer el hambre.
Una mañana, Omar oyó el trino de un pájaro que estaba apoyado sobre una rama de un extraño arbusto con flores blancas y un fruto rojizo oscuro. Decidió probarlo y lo encontró tan delicioso que a partir de ese instante fue su sustento diario.
Narra la leyenda que aquella planta era un cafeto y que, con sus infusiones, Omar no sólo consiguió sobrevivir en la soledad del desierto, sino que además observó que tenía la propiedad de curar ciertas enfermedades, lo que hizo que la fama de esta planta se extendiese por todas partes. Informado el rey de este prodigio, le permitió volver a la corte y le regaló un precioso palacio.
Nota patrocinada por Café del Zaguán de Zacatlán.
Ubicación: Calle 5 de mayo, Zacatlán
Teléfono: 797 975 2343
Fuente: aromadecafe.es
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